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La situación de la niñez respecto al castigo corporal no es totalmente clara en el país, sin embargo existen algunos datos de encuestas que permiten acercarse a este fenómeno.Así, cifras de la encuesta sobre la niñez y la adolescencia en Colombia, realizada en 1996 por el DANE, el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, el Ministerio de Protección Social y el Departamento Nacional de Planeación, indicaron que en lo referente a castigos, un 83 por ciento de los niños recibían llamada de atención y dialogaban con sus padres, mientras que un 39.7 por ciento eran regañados y escuchaban cantaletas; a un 39.5 por ciento se les prohibía desarrollar una actividad que fuera de su gusto; el 10.6 por ciento eran gritados y amenazados; 16 por ciento sentían la fuerza de un correazo; 13.3 por ciento eran ajusticiados con palmadas o pellizcos; y el 5.5 por ciento eran víctimas de la indiferencia, ya que solían no hablarles.Cuatro años más tarde, la Encuesta Nacional de Demografía y Salud desarrollada por Profamilia, demostró que en cuanto a reprimendas verbales los padres sobrepasan a las madres en uno por ciento, ya que mientras los primeros lo hacen en un 73 por ciento, las mujeres alcanzan el 72 por ciento; sin embargo, estas golpean más (47 por ciento) que los hombres (42 por ciento). El mismo estudio determinó que si se trata de prohibirles algo a niños y niñas, las madres son menos permisivas (48 por ciento) que los padres (39 por ciento). Igual sucede con las palmadas que indican que el 36 por ciento de las mujeres sobrepasan al 27 por ciento de los hombres; y en golpes, donde también son campeonas las madres con un 47 por ciento sobre el 41 por ciento de los padres.Para el 2004 el Ministerio de Protección Social, la Universidad del Valle y el Instituto Cisalva realizaron un estudio sobre las 'Creencias, actitudes y prácticas sobre la violencia en Bogotá, Cali y Medellín' en el cual se precisó que el 62 por ciento de los padres, las madres y otros adultos acudieron al grito para corregir conductas en los niños y niñas; el 27 por ciento dieron palmadas, y el 17 por ciento los golpearon con un objeto. Del total de encuestados, un 27 por ciento consideró que el castigo físico es necesario para educar a los hijos e hijas.Entre la población que se tomó como base para este análisis se observó que quienes ostentan mayor severidad son mujeres de estrato bajo, que trabajan medio tiempo, no viven con sus parejas, y que en el pasado recibieron castigos físicos. Asimismo, quienes muestran menor severidad al castigar son mujeres mayores de 25 años, con mayor nivel educativo, aquellas que fueron castigadas con altísima frecuencia, y aquellas que nunca asisten a la iglesia. En cuanto a las edades de los niños y niñas que reciben golpes, el estudio indicó que entre los 4 y los 7 años de edad un total de 18 por ciento de niños y niñas; y que a medida que crecen, el porcentaje se incrementa, pues entre los 8 y los 12 años de edad alcanza el 23 por ciento, y se mantiene estable para aquellos que están entre los 13 y los 15. Por otra parte la evaluación de algunas modalidades de atención a la primera infancia en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y el Departamento Administrativo de Bienestar Social, realizada por Cinde, Save the Children Reino Unido, Unicef, ICBF y DABS, en 2005, mostró que de 97 padres y madres que fueron interrogados sobre hábitos de castigos el 63 por ciento de ellos golpean poco; el 52 por ciento habla con sus hijos e hijas; el 47 por ciento acude a las palmadas; el 44 por ciento a las correas, el 44 por ciento a castigos pequeños; el 30 por ciento se muestra poco complaciente a dar gustos a sus hijos e hijas; el 16 por ciento les suprimen algún gusto; el 10 por ciento les dan un 'chancletazo', el 10 por ciento les explica la falta cometida, un 2 por ciento pellizca, empuja, utiliza la tabla o la escoba, y un 2 por ciento les dan un tiempo fuera.La misma evaluación consultó a 97 niños y niñas con edades entre los 5 y los 6 años, quienes contaron que son golpeados (83 por ciento); gritados (60 por ciento); víctimas de chantaje emocional (45 por ciento); víctimas de gritos y humillaciones (32 por ciento); pellizcados (32 por ciento); regañados (26 por ciento); amenazados (22 por ciento); víctimas de coscorrones (19 por ciento); empujados (13 por ciento); privados de alguna de las comidas (13 por ciento); y encerrados (3 por ciento). Las formas de golpes usadas por padres y madres fueron catalogadas así: correa (70 por ciento); palmadas (31 por ciento); chancleta o pantufla (27 por ciento); ramas de ortiga (5 por ciento); tablas (5 por ciento); zapatos (5 por ciento); palos (3 por ciento); patadas, cables, escobas, mordiscos, y tirones de pelo (1 por ciento, cada uno). En el 2005 la Encuesta Demografía y Salud, halló resultados similares a los encontrados en el año 2.000 (descritos anteriormente). Así, las mujeres reportaron "ser más castigadoras que sus esposos o compañeros, la mitad de ellas (47 por ciento) djo que lo hacía con golpes y 34 por ciento con palmadas. Las mujeres que golpean más a los hijos son las mayores de 25 años, las que están en unión libre y las que estuvieron anteriormente unidas, las residentes del área rural, en la región Pacífica y Central, las que no tienen educación y las de los niveles más bajo y bajo de riqueza" (ENDS 2005, pagina 339). Hallazgos de investigaciones realizadas por Save the Children (2002, 2003) mostraron que en Colombia gran parte de los padres, madres y cuidadores utilizan castigos físicos o humillantes porque creen que esa es la mejor forma para educar a sus hijos e hijas, consideran que los golpes son efectivos, pierden el control, no conocen otras formas de corregir o repiten el modelo con el cual fueron educados. Cuando padres y madres perciben la equivocación que cometen, quieren cambiar de actitud pero no saben cómo. Algunos piensan que si dejan de utilizar los castigos pierden autoridad, otros que deben ser totalmente permisivos con sus hijos e hijas o que deben evitarles cualquier situación negativa. Los principales comportamientos infantiles en los cuales se usa el castigo son la desobediencia; la rebeldía; la falta de respeto o la grosería; no hacer tareas o tener un bajo rendimiento académico o muestras de indisciplina escolar; las pataletas, rabietas y berrinches; moverse permanentemente y con ruido; agredir a otros adultos o niños; no comer o comer; derramar los alimentos, y no controlar los esfínteres. Con más amor te va mejor. Educa sin pegar, educa sin gritar. Campaña para el fortalecimiento de la crianza positiva y la eliminación de los castigos corporales y los castigos humillantes y degradantes. Save the Children Uk – Colombia – Departamento Administrativo para el Bienestar Social – Fondo para la Protección Ambiental y la Niñez.Terra Colombia/ con información de Save the Children Uk – Colombia – Departamento Administrativo de Bienestar Social – Alcaldía de Tenjo – Fondo para la Protección Ambiental
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