martes, 16 de octubre de 2007

LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS SON EL FUTURO


María Lillian Navarrete de Peraza*A la par de celebrar octubre con payasos, globos y dulces, como mes dedicado a la niñez, debemos también reflexionar si la sociedad y el Estado estamos cumpliendo a cabalidad con la Convención sobre los Derechos del Niño y la Niña, adoptada por la ONU el 29 de noviembre de 1989 y ratificada por El Salvador un año después.Para dicha Convención que hace diecisiete años es ley de la república, niño o niña es toda persona menor de 18 años de edad. Ello contrasta con el fenómeno de proliferación de pandillas en nuestros países, conformadas por muchachos y muchachas menores de edad, la mayoría provenientes de hogares desintegrados y víctimas (revictimizadas) de la violencia intrafamiliar. ¿Es que acaso para estos niños y niñas no aplica la Convención?El derecho más importante es el de la vida, y el Estado tiene la obligación de asegurar la supervivencia y desarrollo de los niños y las niñas, incluso desde el momento de la concepción y el embarazo. Por ello, como Procuradora General Adjunta, y como mujer cristiana no puedo, y no debo, estar a favor del aborto que niega el derecho a la supervivencia de nuestros niños y niñas.Asimismo tampoco puedo estar de acuerdo con el trabajo infantil y mucho menos con sus formas más peligrosas como las coheterías o las fábricas de baterías, que ponen en riesgo la salud, la seguridad y hasta la vida de los menores. Es obligación de los adultos proteger a niños y niñas contra la explotación económica y el abuso sexual. La Procuraduría General de la República es una de las instituciones del Estado salvadoreño que vela porque se cumpla la Convención sobre los Derechos del Niño y la Niña, ya que una de nuestras atribuciones, según la Ley Orgánica, es velar por la defensa de la familia y las personas e intereses de los menores y demás incapaces; además de autorizar la filiación adoptiva, cuidando siempre de que el interés superior del niño sea la consideración principal, tal como lo ordena la Convención en su artículo 21.Los derechos de los niños y las niñas son el conjunto de normas justas, razonables y legítimas que corresponden a los menores como seres humanos, que la sociedad está obligada a cumplir para bien de la misma sociedad. Todos los niños y niñas del mundo tienen derecho a estar bien alimentados, tener vestido, vivienda digna, poseer un nombre y crecer en familia. Los principales responsables de la orientación y crianza de los hijos y las hijas son sus padres y madres. Al Estado le corresponde la obligación de apoyarlos para que cumplan efectivamente con dicha responsabilidad.No obstante, a pesar de la adopción de nuevas legislaciones (Convención, Código de Familia, Ley Contra el Menor Infractor, etc.), en los últimos años pareciera que el tejido social se ha roto por el lado más vulnerable como es la familia, propiciando una descomposición de la estructura donde las víctimas inmediatas son los niños y las niñas que a la vuelta de los años vemos convertidos en victimarios, sujetos para ser tratados con mano dura sin tener derecho a otras alternativas.Hay en la actualidad una crisis de valores que obviamente sólo puede ser superada desde el seno familiar, comenzando esencialmente por un trabajo digno para el padre y la madre, con educación y salud para todos y todas, respetando el uso racional de los recursos como el agua por ejemplo, gozando de la protección de las autoridades, pero sobre todo contando con la voluntad política y social que trascienda la retórica de que los niños y las niñas representan el futuro del país, que se repite con bastante frecuencia del diente al labio pero sin hacer un verdadero esfuerzo en común para lograr que la mentada frase casi publicitaria, sea una realidad positiva en beneficio de las nuevas generaciones.

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